La natación es un deporte muy completo y que se puede practicar con total plenitud en verano. Este deporte lo pueden desempeñar personas con discapacidad intelectual y física, de esta manera podrán ejercitar, tonificar y relajar una gran parte de su cuerpo. Además, con la natación, las personas discapacitadas conseguirán mayor independencia, movilidad y seguridad.
El principal problema radica cuando las piscinas no están adaptadas para los discapacitados. La mayoría de municipios deben adaptar sus instalaciones con elevadores que permitan la entrada y salida de la piscina con total comodidad tanto para discapacitados como para personas mayores, así podrán disfrutar y beneficiarse sin ningún obstáculo.
Estos elevadores son de acero inoxidable, cuentan con una cómoda silla y se adaptan al mecanismo hidráulico donde se fija el asiento. Además de estos elevadores, las piscinas públicas deben contar con pasarelas para el acceso de las sillas de ruedas, lavabos adaptados y plazas de aparcamiento reservadas.
En el caso de las comunidades de vecinos, destacamos que existen algunas subvenciones de cada Comunidad Autónoma para realizar el proyecto de adaptación de una piscina y para la accesibilidad de discapacitados, de esta manera, si en el edificio hay uno o varias personas discapacitadas, podrá disfrutar de los beneficios de la natación al igual que los demás.
El artículo 10 de la Ley de Propiedad Horizontal obliga a la comunidad a realizar las debidas obras para que las instalaciones tengan las condiciones para ofrecer habitabilidad y seguridad con elementos comunes para discapacitados como rampas, ascensores, dispositivos de acceso, puntos de información para orientar a los usuarios, entre otros. Todos estos elementos deben estar debidamente homologados.
La rampa permite que todas las personas que no puedan acceder de manera tradicional a la piscina lo hagan sin ningún tipo de dificultad. La rampa debe construirse alrededor de la piscina, esta va bajando de a poco hasta que llegue al agua. De esta manera no se deben realizar esfuerzos como bajar por las escaleras,ni se tendrá riesgos como resbalones.
Mientras que el ascensor acuático es el método más utilizado ya que permite que personas en sillas de ruedas tengan acceso a la piscina. Este ascensor se instala en cualquier borde de la piscina, la persona se sienta en la silla y el mecanismo le baja hacia el agua. La principal ventaja es que no necesita obra y es fácil de transportar.
La piscina también tiene que contar con iluminación nocturna, de esta manera estará visible tanto los peldaños de la escalera como el fondo, de esta manera las personas discapacitadas podrán orientarse mejor y saber en el lugar en el que se encuentran, lo que les brindará mayor seguridad.
En conclusión, la práctica de la natación aumenta la capacidad física, amplía la posibilidad de hacer que la persona se mueva, pierda peso, aporta estabilidad psíquica y hace que crezca la confianza de esa persona. Las piscinas adaptadas para discapacitados deben tener una temperatura agradable para que el baño sea una experiencia gratificante, por lo que recomendamos optar por la adaptación y así velar por la igualdad.