Si sueles tener las manos y los pies fríos, pinchazos como de agujas, sensación de hormigueo, calambres o entumecimiento en tus brazos y piernas, tu cuerpo te está alertando de que tu circulación sanguínea no está funcionando como debería. Y es que todos estos son síntomas de las células y tejidos de tu cuerpo no están recibiendo suficiente flujo sanguíneo y, por tanto, tampoco los nutrientes y el oxígeno que necesitan para funcionar correctamente. Y lo que es peor, si nuestra sangre no fluye bien, no consigue librarse de todos los residuos y toxinas que lleva, lo que, a la larga, puede ocasionarnos problemas muy graves.
¿Sabías que nuestros hábitos de vida influyen considerablemente en nuestra circulación sanguínea? Por eso, es tan importante llevar un estilo de vida sano, con una alimentación saludable y ejercicio habitual para que nuestra circulación funcione correctamente y evitemos problemas cardíacos. De lo contrario, podemos padecer colesterol por la obstrucción de nuestras arterias, depósitos de placa o hipertensión. Una buena circulación de la sangre es fundamental para el buen funcionamiento de nuestro organismo, ya que la sangre tiene la misión de llevar el oxígeno y todas las sustancias y nutrientes necesarias para que nuestros huesos, células, músculos, órganos y huesos estén sanos.
Cuida tu alimentación
Una de las principales causas que provocan un mal funcionamiento de nuestra circulación sanguínea es una mala alimentación. Es importante que elijas siempre alimentos nutritivos y bajos en azúcares, como carnes magras, lácteos desnatados, verduras y frutas frescas y granos enteros.
Por supuesto, hay que reducir al mínimo los alimentos grasos para evitar problemas de colesterol alto, pudiendo reemplazarlos por otros que sean ricos en ácidos grasos esenciales, como el aguacate, el salmón y las nueces.
Además, una dieta sana y equilibrada siempre debe incluir alimentos ricos en fibra, en potasio y antioxidantes.
En cuanto a los líquidos, lo más aconsejable es beber agua mineral y evitar el alcohol y las bebidas energéticas en la medida de lo posible.
Por otro lado, si lo deseas, puedes complementar tu dieta con suplementos nutricionales, como vitamina C, vitaminas del complejo B, magnesio, calcio y aceite de pescado omega-3.
Hacer deporte
El ejercicio es ideal para activar la circulación sanguínea. De esta forma, la sangre fluye mejor y regresa al corazón sin dificultad. No es necesario que hagas ejercicio todos los días, pero sí es recomendable hacerlo al menos tres veces por semana. Para mejorar la circulación, lo mejor es optar por ejercicios que impliquen una actividad cardiovascular intensa, como correr, trotar, bailar o nadar.
En el caso de que tengas tiempo, te recomendamos que hagas 30 minutos de ejercicio diario. No importa si es una actividad menos intensa como sacar a pasear a tu perro o caminar por el barrio. Aunque lo ideal es hacer footing, ya que correr a paso ligero ayuda a activar la circulación sanguínea y a que la sangre recorra todo el organismo.
Además, si trabajas sentado todo el día, es aconsejable que te levantes al menos cada hora para caminar un poco y que la sangre fluya. Y es que llevar una vida sedentaria es uno de los peores enemigos de la circulación. Basta con levantarte y dar un pequeño paseo o ir al baño para estirar las piernas.
Remedios naturales
Además de llevar una dieta sana y equilibrada y de hacer ejercicio a menudo, hay algunos remedios naturales que también podemos aprovechar para mejorar la circulación sanguínea de nuestros brazos y piernas. Son, por ejemplo, el ginkgo biloba, que hace que las venas sean más elásticas y que se dilaten; el ajo, que hace que la sangre no coagule y dilata los conductos sanguíneos; la uña de gato, que fluidifica la sangre y añade plaquetas; la cola de caballo, que actúa como diurético, evita el endurecimiento de las arterias y reduce los niveles de colesterol en sangre; la pimienta cayena, que activa los vasos sanguíneos y mejora el riego; y el hamamelis, que ayuda en la contracción de los vasos sanguíneos, las venas y los capilares, favoreciendo el flujo de la sangre.